El día de hoy no quiero dedicar este espacio a un escrito personal, sino más bien emplearlo como medio para difundir los comentarios de tres de los mejores columnistas a nivel nacional, quienes en el Diario MILENIO, fechado el pasado sábado 11 de abril de 2009, publicaron -cada uno por su cuenta, y muy seguramente sin ponerse de acuerdo para ello- tres comentarios sobre la educación en méxico en la actualidad, mismos que contienen datos que considero todos los mexicanos debemos de conocer.
PRIMER PUNTO: LA UTOPÍA. En su columna "Un libro para Lujambio", Carlos Puig ("Historias del más acá", sección "Al Frente", página 03), busca explicar por qué algunos países -sobre todo los orientales- logran destacarse en forma tan contundente en los aspectos educativos a nivel mundial, y encuentra que en ellos el promedio de días al año que un niño o un adolescente pasa en la escuela es de 243 -Japón, por ejemplo-, contra sólo 180 en Estados Unidos, y menos que eso en México. Además, la duración del día de clases es también mayor, siendo de 12 horas en promedio, contra 10 en EU y 8 o menos en México.
De igual modo comenta cómo a mediados de los años 90, en una de las escuelas públicas más pobres y marginales de Brooklin, Nueva York -la Academia Kipp- se inició un experimento para comprobar si lo anterior es cierto. Se prolongaron las horas de estancia en la escuela -recibiendo clases, por supuesto- así como el número de días escolarizados al año. Resultado, y cito a Puig textualmente:
"Los jóvenes que van a una academia Kipp (hoy ya hay más de 60 en todo Estados Unidos) pasan en promedio en la escuela 60 por ciento más que en el resto de las escuelas públicas en Estados Unidos. (...) En diez años, Kipp ha superado cualquier cantidad de expectativas. Los jóvenes de los barrios más pobres están superando por mucho al resto de las escuelas públicas de sus distritos escolares, y están siendo aceptados (con todo y financiamiento y becas) en las mejores preparatorias y universidades de EU."
Aquí la pregunta es: ¿no hay forma de establecer programas similares en nuestro país? ¿no hay forma de modificar los planes de estudio y calendarios escolares para obtener mejores resultados académicos en México? Veamos lo que sigue...
SEGUNDO PUNTO: LA TRISTE REALIDAD. En su columna titulada "¡Hasta Turquía!", Francisco Garduño ("Doble o Nada", sección de Opinión, página 10) hace públicos los resultados del informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con respecto a la calidad académica y los resultados de competencia educativa, así como de inversión monetaria por alumno, entre los 30 países que la conforman.
¿Qué nos dicen? Que México es, por mucho, el último lugar de la lista ("...peor que Turquía, la conflictiva nación de mayoría musulmana, donde los Kurdos son tratados de forma inhumana y que por restricciones religiosas limita la educación de las mujeres").Cito de nuevo a Garduño:
"Así es. México, el país que muchos engañados mexicanos creen que está ya entre las potencias mundiales, invierte sólo 2 mil 405 dólares por estudiante, lo que es irrisorio comparado con los 12 mil 788 que Estados Unidos ocupa para cada uno de sus alumnos.
(...)Y es que resulta absurdo ver las rebatiñas en la Cámara de Diputados cada año para aprovar un raquítico presupuesto educativo, que no sirve más que como paliativo para que la educación no se muera.
También es increíble que esos grandes políticos, dispuestos a dejar la zalea por México, sean capaces de llegar a los peores arreglos, arrastrarse como vívoras con tal de complacer a la dirigencia de un sindicato, que se ha convertido en el más poderoso del continente, chupando la poca sangre que queda al sistema educativo del país".
Así, respondamos las preguntas anteriores con otra pregunta: ¿de verdad creemos que el sindicalismo mexicano permitiría cambios para prolongar los calendarios escolares y la duración de los días de clases? Porque caray, si los sindicatos de maestros de primarias y secundarias (que son, por mucho, las fases más importantes en la vida de todo alumno) no son aún capaces de aceptar que tienen que presentar exámenes de nivelación de Carrera Magisterial, para elevar su preparación y cultura general, y así poder acceder gradualmente a un mejor salario, TAL Y COMO LO HACEN TODAS LAS DEMÁS PROFESIONES Y CARRERAS, EN MÉXICO Y EN EL MUNDO... ¡Ah, pero no! ¡Por supuesto que no lo aceptan! ¿Por qué se le habría de exigir a los maestros mexicanos que estudien y que sacrifiquen su tiempo libre para prepararse y dar mejor forma de vida a sus familias, y mejor preparación a sus alumnos? Es como si se les estuviera gritando el peor de los insultos. Tantos y tantos "maestros normalistas" se dedican ahora a la pseudo-política, al "coyotaje", a rentar o vender sus plazas, a heredar sus derechos, a recibir salarios de doble o triple plaza sin siquiera pasar nunca unas horas frente a un grupo de alumnos, a organizar plantones y bloqueos de calles, a extorsionar grupos y partidos políticos, a vender votos grupales... eso sí, cuando se les pide que redacten un pequeño informe de tan solo una página de extensión, el número de faltas de ortografía y de errores gramaticales por párrafo resulta en verdad difícil de creer... pero preguntémosles sobre telenovelas: les aseguro que de eso sí van a saber.
Puedo conceder algo: el anterior no es el caso de todos los maestros. Honor a quien honor merece. Y en forma personal conozco a grandes maestros normalistas, personas de excelente calidad moral, profesional y cultural, y muchos de ellos grandes y queridos amigos míos. Pero seamos tajantes: todos recordaremos en nuestra vida, como buen maestro, quizás a uno de cada diez. O menos. Y esa es la verdad. Es la realidad. Los demás... sin pena ni gloria.
TERCER PUNTO: UNA PÉRDIDA DOLO(RO)SA. En su columna de nombre "La SEP desaparece la filosofía", Heriberto Yépez ("Archivo Hache", suplemento cultural "Laberinto", sección Artes Plásticas, página 12) menciona, y cito textualmente:
"La Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) anula la enseñanza de la filosofía. Por la RIEMS la filosofía ya no es materia básica en los planes de estudio del Sistema Nacional de Bachillerato. (...) Fea paradoja: la SEP la fundó un filósofo.
(...)El problema es que la filosofía no tiene ese matíz técnico que el mercado laboral exige. Lo que realmente está detrás: filosofar no aumenta la productividad empresarial, meta de la nueva 'educación' global.
Hay otras razones de peso para su eliminación. La filosofía históricamente ha tenido una relación tensa con el orden económico dominante. La mayoría de la filosofía prepara al individuo para volverse analítico, desconfiado y crítico. En países como el nuestro, esa minoría de estudiantes -de todas las clases sociales-que logra entender la filosofía se vuelve políticamente disidente, o al menos incrédulo del gobierno, religión y mass media. Esto no agrada al capitalismo bélico, al consumo trasnacional, al Vaticano y al espectáculo populista.
(...)La filosofía incrementa el descontento contra el capitalismo y el dominio estadounidense. (...) Desaparecer la filosofía de las escuelas es debilitar la influencia de las ideas de izquierda. Permitir el avance del sentido común capitalista y el cristianismo conservador.
Por último, la filosofía puede ser sacada de las escuelas por una poderosa razón adicional: La filosofía es impopular entre muchos alumnos.
La educación reaccionaria que les viene de su familia y el entretenimiento retrógrado de las dos principales televisoras del país, muchas veces los convierte en seres intelectualmente inertes, sin deseos de indagación filosófica. Esa es la triste realidad.
Eliminar la filosofía no lo podría hacer la SEP ni la globalización sin la cooperación estratégica de nuestra sacrosanta cultura popular".
No hay más que decir. El Maestro Yépez lo dijo todo ya, tal como debía ser dicho.
Sólo añado lo siguiente: un servidor está de luto. Los filósofos, en México, se están convirtiendo en una especie en extinción.
Tres visiones distintas que confluyen en una misma desesperanza. Tres impactos frontales a lo que alguna vez fue el sueño de los padres de la educación en México. Abramos los ojos a la realidad de la educación básica y media superior de nuestro país. Abramos los ojos a la antesala del futuro educativo de la juventud que viene detrás de nosotros. No podemos seguir ciegos.