domingo, 23 de agosto de 2009

EL ODIO COMO LO MÁS HUMANO

-RAÚL CONTRERAS OMAÑA

El odio es uno de los sentimientos más intrínsecamente humanos. Ningún otro animal, incluso aquellos más evolucionados y con rasgos de inteligencia, es capaz de presentar una conducta que se asemeje a lo que nosotros conocemos como odio.


Y esto es porque el odio es distinto al simple enojo, al coraje, al miedo, al dolor. A diferencia de estos últimos, no es una actitud instintiva, innata, que tenga como fin la protección de la vida y de la integridad del individuo. Para odiar a alguien se requiere de conocimiento previo, de introyectar un motivo no siempre aparente, de analizar “racionalmente” y criticar las acciones y costumbres del otro que eventualmente llega a ser blanco de esa oscuridad que nubla la mente, y que nos lleva no solo a desear lo peor—caso en el cuál hablaríamos sólo de rechazo o resentimiento—, sino incluso a participar activamente en el daño a la persona, al grupo humano o al elemento calificado como odiado.

Por supuesto al hablar de odio me vienen a la mente los genocidios, las xenofobias, los racismos, las intolerancias culturales y religiosas extremas, los crímenes contra la humanidad. Tales atrocidades sólo pueden surgir de la compleja mente humana, del uso deforme de su pensamiento, de su razón, de su inteligencia, de todas aquellas cualidades que deberían volverlo único dentro de la naturaleza. Sin embargo las masacres, las guerras injustificadas, las cruzadas ideológicas—tanto antiguas como actuales— y la tortura se empeñan en demostrar que como especie somos capaces de utilizar nuestras capacidades más elevadas para los fines más bajos y despreciables. Tal como lo dijo Octavio Paz: en la otredad nos reflejamos nosotros mismos. Lastimar al otro llevará siempre implícito, con el tiempo, provocarnos el mismo dolor.
Y lo más fascinante es que los mayores odios se desatan contra aquello que nunca llegaremos a ser, pero que en el fondo siempre envidiaremos.

Cerraré citando a Rüdinger Safranski, filósofo alemán, quien dijo que “el odio parece ser un a priori de la historia (…) pero el odio es también el padre de todas las cosas, incluyendo las espirituales”. Como si odiar nos fuera propio desde los bíblicos tiempos de un Caín que al ser menospreciado planea la muerte y el abandono de su hermano.
Y quisiera convencerme de que Safranski se equivoca… pero aún no lo consigo.

martes, 18 de agosto de 2009

CRÓNICA DE UNA VERGÜENZA ANUNCIADA

RAÚL CONTRERAS OMAÑA

El pasado día sábado por la mañana me topé con una noticia que me hizo decidir la orientación del presente escrito.

Y es que fui a encontrar que dentro de las propuestas para el presupuesto nacional que hace el Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, se anota que el recorte al gasto educativo en nuestro país será el segundo más fuerte de todos los que se realizarán, llegando a los 7 mil millones de pesos, estando sólo por debajo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Esto me hace reflexionar lo siguiente: ¿cómo es posible que en nuestro país, que es uno de los que presentan peores niveles en educación media y básica en el mundo, el segundo recorte más fuerte en la afluencia económica se dé en el área educativa? Esta es una decisión verdaderamente absurda, y que sólo refleja la muy pobre cultura histórica con que cuenta nuestro Secretario de Hacienda, ya que es bien sabido que los países del antes llamado “primer mundo”, en sus peores momentos de crisis, siempre han enfocado una MAYOR parte del tesoro hacia la educación. ¿Por qué? Porque de la preparación de sus jóvenes dependen las futuras fuentes de empleo, la investigación, la inversión. De ese modo demuestran haber aprendido la lección, y dejan sembradas las semillas que evitarán que crisis similares vuelvan a suceder.

Sólo en un país como el nuestro la educación se puede considerar sacrificable, dispensable.

Sólo en México se puede preferir agudizar las ya de por sí vergonzosas carencias educativas –tanto humanas como materiales, en todos los niveles— antes que recortar el presupuesto de, por ejemplo, el gasto Presidencial o el del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa –que serán las dependencias que menos resentirán el ajuste presupuestal—.

Sólo en México, único país en América donde se considera que la enseñanza de la filosofía es irrelevante en las preparatorias, nadie en la SEP se ha atrevido a levantar la voz para demandar una explicación detallada de esta propuesta tan irracional.

Debemos prepararnos para vivir en un México cada vez más lleno de ignorancia, desempleo y pobre competitividad económica y educativa. Nada para la educación bien regulada y de calidad, pero todo para las grandes empresas y los grupos políticos. Así las cosas en nuestro país.

domingo, 2 de agosto de 2009

EL PROBLEMA HUMANO (SEGUNDA PARTE)

RAÚL CONTRERAS OMAÑA

Continuando con nuestro intento de definición del problema humano, a todos nos queda claro que las funciones mentales superiores humanas (pensamiento, raciocinio, lógica, abstracción, cognición, cálculo) han sido herramientas indispensables desde antes del comienzo de la historia (definiendo este último como el momento en que el hombre desarrolló la escritura).

En la prehistoria el animal más indefenso de todos era sin duda el hombre primitivo. Carente de garras o colmillos, sin pelo grueso ni escamas, sin la capacidad de sobrevivir en el agua por largos periodos de tiempo o de poder escalar árboles y montañas, frágil ante el frío extremo, la lluvia o el calor, tuvo sin embargo la ventaja de ser el poseedor de la obra más compleja y perfecta de la naturaleza de que se tiene registro incluso hasta nuestros días: el cerebro humano. La mayor complejidad biológica y evolutiva, la herencia última y el resultado de millones de años de existencia del universo tal como lo conocemos se encierran dentro de las circunvoluciones de este órgano, tan misterioso como fascinante. Y el pensamiento elaborado, esa capacidad de reflexionar sobre nosotros mismos y nuestros actos, es precisamente el resultado de esa complejidad que llevamos guardada dentro del cráneo.
En marzo de este año, Pedro Chavarría Xicoténcatl publicó lo siguiente en uno de sus escritos de divulgación científica:
"Cuando nos creemos individuales no somos más que una parte del universo que ha adquirido conciencia y se atreve a emplear una palabra cargada del más profundo significado: Yo. Creo que soy, cuando en realidad el universo es."

Así que a pesar de su aparente indefensión física, el hombre consiguió sobrevivir y crear gracias a su superioridad mental, hasta erigirse como un auténtico señor de la naturaleza. Se unió con sus iguales desempeñando roles sociales complejos –primero en hordas nómadas y luego en tribus sedentarias— para protegerse de los peligros circundantes; consiguió domar animales salvajes a los que alguna vez temió, logró comprender el proceso de nacimiento y crecimiento de las plantas hasta desarrollar la agricultura, confeccionó vestidos con pieles, construyó hogares en las sólidas montañas, logró el control del fuego antes indomable, y finalmente desarrolló herramientas a partir de rocas, madera y hueso hasta que, con la invención de la rueda y el arado, llegó una transformación en el ciclo de las sociedades que no habría de volver a detenerse.

Pero en este momento el problema humano apenas estaba comenzando, y tan sólo se habían sentado las bases de lo que sería el pensamiento del hombre en el futuro. Tal como el mismo Chavarría escribió:
"La vida es un continuo amasar donde surgen figuritas capaces de mantenerse y hasta pensar sobre el pensar, que voltean hacia el firmamento y se maravillan, sin darse cuenta que es la misma masa lo que ven, que viajan sin saber que son pasajeros. La conciencia individual lograda por el cerebro humano es aún incompleta y no alcanza a entender qué es la vida ni cuáles sonn sus posibilidades últimas".
Pero de eso seguiremos charlando la próxima semana.