domingo, 5 de febrero de 2012

POEMA A LA HUMANIDAD PERDIDA

RAÚL CONTRERAS OMAÑA


Entiendo que el hombre
de repente pregunta y calla,
extingue su futuro en caminatas
que se dirigen a la noche
o al reflejo de su soledad.
Pero en realidad son sus vacíos
y sus biografías inconclusas
quienes lo llevan a cruzar el río
de los amores perdidos,
de las palabras no dichas,
de la roja espera de la vanidad.
Es el tiempo necio que se queda
escondido detrás del verso,
tatuado en la vida transparente
que creemos vivir.
Entiendo que el hombre es comienzo
de un libro desmemoriado
cuyo autor cayó dormido
justo antes de escribir el final;
y desde entonces vagamos
entre introducción y epílogo
confundiendo letras y versos y vivencias
con la insatisfacción
de sabernos inacabados.
Quizá algún día un niño llegue
y termine de dibujarnos...
pero para entonces habrá
una nueva historia
con atardecer de dolor distinto,
con horas que fluyan
y caricias que se queden;
entonces estaremos listos
pero ausentes,
seremos el recuerdo de un deseo
que nunca llegó a ser,
y quienes construyan el mundo
con blancas rocas
listos para pintarlas con su desesperanza
descubrirán que fuimos,
que ya no estamos,
que la necia persistencia
se encargó de olvidarnos,
y que entre norte y sur
-en un lugar cercano
al cajón de los amaneceres-
fuimos un buen proyecto
una buena idea del Dios equivocado,
y que en el agua perdimos nuestro polvo
en espera de que, algún día,
alguien vuelva a crear la humanidad
con estatuas de sal
dignas de ser destruídas por el fuego.

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