domingo, 6 de julio de 2008

DE IZQUIERDA(S), DERECHA(S) Y ALGO MÁS...

Para nadie resulta extraño que en México vivimos tiempos confusos -política e ideológicamente hablando, claro... aunque pienso que también en casi todo lo demás-. Con la llegada al poder de un Partido Político distinto se nos ha hecho evidente una muy marcada división económica y social dentro de la población de nuestro país. Seamos realistas: esa división no es nueva, pero se encontraba bastante disimulada. Ahora es totalmente palpable: prácticamente nos salta a la cara. Pero es sólo porque ahora alguien nos señala con su dedo que la división está ahí. Aunque siempre lo ha estado. Pero así es el ser humano: prefiere no ver -o hacer como que no ve- los problemas porque así no los enfrenta, y si no los enfrenta, pues entonces esos problemas no son suyos, y por lo tanto no es su responsabilidad el resolverlos. Pero cuando alguien nos pone los problemas justo en las manos, haciendo imposible que los ignoremos por más tiempo... entonces sí, a buscar culpables, a decir "yo no fui", a arrojar la granada a las manos de alguien más, y a salir corriendo.
Por eso ya no es suficiente autoproclamarse como seguidor de un Partido Político tal o cual, ni mucho menos lo es el declararse apolítico. Nos enfrentamos a un México múltiple, polifacético, dividido y estigmatizado dentro del cual sentirse un ciudanano libre - y defender los principios que esa denominación lleva implícita - es una responsabilidad que ya no se cumple simplemente con el voto. Las corrientes políticas son muchas, las luchas sociales son innumerables, los intereses entendidos se ocultan bajo gruesas telas de diferentes colores y la manipulación de la información por los mecanismos del poder y de los medios de comunicación hacen que en un mismo día, y a veces incluso a la misma hora, dos noticiarios de cadenas televisivas "opuestas" (sí, así entre comillas) divulguen la misma noticia dando cada uno argumentos a favor o en contra que llegan a a crear un total maniqueísmo, defendiendo uno a la sociedad y otro a los representantes del Gobierno.
En México ahora todo es "Izquierdas" o "Derechas": el "pueblo" -que junto con las "masas" es uno de los conceptos que han sido más difíciles de definir para todos los pensadores y filósofos políticos de la historia- contra el Estado; el trabajador contra la enorme empresa multimillonaria, los sindicatos contra los mecanismos de centralización gubernamental... y la lista sigue. Por todo esto, seríamos demasiado irresponsables -y crédulos- si pensáramos que sólo con defender nuestra línea ideológica, nuestros "colores", y con estudiar y difundir sólo una cara de la moneda -cara que, como veremos, está siempre divida- vamos a encontrar la realidad. Defender la polarización, y mantenerla, es un mecanismo de control -bien estudiado desde los tiempos de Maquiavelo y otros Cortesanos- que utilizan los grupos que dirigen ambas líneas desde los puestos más elevados, siempre con la meta de salir beneficiados. Porque en las altas esferas de la "Izquierda" y la "Derecha" se sabe con gran certeza que el verdadero poder está en la negociación. Pero la negociación sólo debe darse entre las cabezas: si se quita al resto del cuerpo su "libertad de elegir", su "libertad de luchar por una idea", entonces todo se volvería un caos, se acabarían las distracciones, y todos volverían la mirada hacia arriba, hacia esas cabezas, y por primera vez se darían cuenta del engaño del poder en el que los individuos y las naciones han vivido durante décadas. Al "pueblo" hay que mantenerlo distraído, y a los grandes empresarios -que, aceptémoslo, son los que ponen la mayor parte del dinero que mantiene a flote los inmensos sobornos y los Partidos Políticos- hay que mantenerlos felices. Arriba, que todo esté entendido; abajo, que se hagan -o nos hagamos- pedazos los unos a los otros. Eso es bueno. Eso conviene. Eso da más dinero y control.
El ser humano es veleidoso y rebelde por naturaleza, y no hay que subestimar su instinto de supervivencia y su necesidad de poder y libertad. Aunque a veces pareciera que, con el movimiento globalizador y el neoliberalismo estamos siendo testigos de la imposición mundial de una línea absoluta de control, si nos asomamos al microscopio veremos que siempre habrá células, grupos de hombres diseminados aquí y allá, dispuestos a impedir que el peso de las multinacionales caiga sobre nuestras cabezas. Izquierdas y Derechas. "Masas" y "Gobiernos". "Pueblo" contra "Opresión", enfrentándose siempre y girando una sobre la otra de forma incansable, como un eterno Yin/Yang, hasta que se nos acabe el tiempo en este mundo...
¿...será eso cierto?
Yo creo que no. Porque nada, hablando del ser humano como individuo y de las sociedades humanas como grupos cambiantes y en movimiento, es por completo blanco o negro. Casi todo oscila entre muy variadas - y casi siempre indistinguibles - variedades de gris; y dentro de los mismos polos blanco y negro que pudiéramos considerar "puros" encontramos puntos y manchas de distintos tonos que, de primera vista, no parecieran estar ahí. ¿Qué significa todo esto?
Remitámonos de nuevo al México actual:
¿En nuestro país existe cosa tal como una "Derecha Absoluta"? ¿Una "Derecha Unificada" de la que tanto hablan, y contra la que tanto luchan, los movimientos de Izquierda? No. Existen intereses de los grupos ultraconservadores (Yunque y asociados), de los inversionistas norteamericanos, de los empresarios españoles, de las ramas del catolicismo a ultranza (Opus Dei, Legionarios de Cristo, Caballeros de Colón, Jesuitas, etc), de los millonarios nacionales -los menos-, de las grandes televisoras, del Partido en el poder... y por supuesto, cada quien defiende sólo su tajada del pastel. Lo que le toque a los otros les tiene sin cuidado mientras ellos reciban las ganancias propias de su inversión, de su manejo de nuestro país como una empresa ajena que hay que explotar al máximo antes de que llegue a la bancarrota. ¿Unidad? No la hay.
¿Y una "Izquierda Unida"? Mucho menos. Ahí las ganancias y beneficios -que son pocos con el PAN en el poder- se reparten entre un número mucho mayor de individuos. Sindicatos, ligas campesinas, grupos de obreros, estudiantes (pseudo)anarquistas con tintes "socialistoides", catedráticos universitarios, Organizaciones No Gubernamentales, EPR, EZLN, neoseguidores del "Che", APPO, PRDistas -dentro de los cuales hay, además, "Tribus" bien conocidas-, inmortalizadores de los movimientos de '68 y '71, artistas, pintores, escritores, periodistas y un igualmente interminable etcétera. Y su división es igual de evidente, incluso dentro de sus mismas publicaciones -¿alguien ha tenido en sus manos un periódico "Machetearte", bastión de las izquierdas "estudiantiles" anarquistas del Distrito Federal, donde no se dispare fuego amigo contra el PRD?-.
Y aunque al principio todos estos grupos, de un lado, del otro, o de en medio -¿por qué no?- se hayan formado creyendo sincera y honestamente en sus principios ideológicos, buscando el bien de la raza humana en su conjunto, al final y ya al encarar la vida práctica casi todos ellos se mueven hacia donde va el dinero. Y los que no lo hacen, y aún los que se mantienen apegados a sus ideales, son considerados pequeños cúmulos de insurrectos sin peso político real, meros idealistas sin la capacidad económica de crear un conflicto verdadero, y acaban cayendo en el olvido -inicialmente mediático, luego social- tal como sucedió con Marcos y su EZLN.
Quizás al escribir esta columna estoy haciendo justo aquello de lo que me quejaba en las primeras líneas: haciendo evidentes para mí una serie de situaciones en cuanto a la Izquierda y la Derecha mexicanas que siempre han estado ahí, que ya todos conocen y han aceptado como parte de la cotidianidad de nuestra Nación, pero que yo no había querido ver. Y ahora me parecen dignas de ser discutidas y comentadas, aunque ya todos las den por obvias. Puede ser. Pero creo firmemente que el verdadero juego político no se juega así, dejándose caer en el plan de quienes detentan el poder y uniéndose de manera irreflexiva y fanática al equipo de Dios o al equipo del Diablo, sólo para ponerse a pelear y a discutir lo que el entrenador del equipo ya tenía decidido desde mucho tiempo atrás.
Porque si en estos tiempos, y a estas alturas de la vida, hay quien no sabe -o no acepta- que el resultado de un juego de casi cualquier deporte profesional ya ha sido de antemano arreglado entre los dueños de los equipos mucho tiempo antes del juego mismo, y que esa es una verdad que parcialmente conocen los jugadores -que no saben los por qué, pero no los preguntan porque ganan mucho dinero quedándose callados-, y que en verdad los únicos que creen que el juego es real son los miles de aficionados que se emocionan, gritan y gastan millones en entradas y parafernalia de sus equipos, y que se golpean los unos a los otros mientras los jugadores se hacen ricos y los dueños -ambos, juntos, sin enemistades- ven cómodamente el juego desde un palco con todos los lujos y comodidades... pues entonces sí que estamos en un dilema.
En la Política Nacional - y en cualquier política-, y en este estadio llamado México, los dueños de los equipos son los grandes grupos económicos de "poder oculto detrás del poder" que no son ni de "Izquierda" ni de "Derecha" sino de ambas; los jugadores que se hacen ricos quedándose callados son muchos de los dirigentes de los diversos Partidos Políticos - que no todos, aclaro... hay quien todavía tiene fe en sus ideales-, que es donde comienza a notarse la división entre ambos bandos; y los aficionados que gastan millones y se golpean entre sí somos, por mucho, nosotros: ese "pueblo" que está en espera de un Mesías político, de un Robin Hood de saco y corbata que "le quite a los ricos para darle a los pobres", y que regrese el equilibrio social y económico a este país. Ahora que eso de "que regrese" me deja pensando un poco... ¿cómo regresar lo que nunca ha estado ahí? Siempre se nos distraerá con la ilusión de que "tiempos pasados fueron mejores".
Información es la clave. Leer los diarios, hojear las publicaciones patrocinadas por cada uno de los grupos, conocer, conversar, debatir y volverse un miembro activo de la sociedad es la única manera. Empaparse en la diversidad, enfrentar los distintos puntos de vista en lugar de ahogarse en uno solo, y tratar de leer entre líneas para participar en la vida política del país es la nueva forma de jugar en este juego. Se puede vivir bajo el cobijo de un Partido, siempre y cuando se conozca la historia del mismo, se compartan sus planes de trabajo, y se sepa desde el principio hacia dónde nos llevará el viaje. La política de Partidos es fundamental en una democracia, pero pensar en Izquierdas o Derechas absolutas sólo nos lleva al enfrentamiento, a la indecisión y al fracaso -o a la frustración, como le pasó a miles en 2006-. Vivimos en un mundo de intereses implícitos, pero un ciudadano informado y responsable puede ver a través de las dualidades para tomar la mejor decisión.
Encaremos el problema político de México, pero como sociedad. Dejemos ya de esperar un Salvador mediático. Mejor convirtámonos en ciudadanos integrados, participativos e informados; tomemos la granada en nuestras manos y hagamos todo los posible por evitar la explosión, en vez de seguir arrojándola a las manos de alguien más.
What A Wonderful World - Louis Armstrong

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