sábado, 26 de julio de 2008

UN AÑO MÁS...

...O quizás debería decir: "finalmente, el primer año", pero creo que no sería un título suficientemente llamativo.
Justo el día de hoy este espacio, esta recién comenzada historia, este pequeño cuento compartido, cumple un año viajando a través de los dispersos -aunque nunca del todo desorganizados- caminos de la red, y ha sido mi decisión que esta entrada, este "post" en particular -por usar el "neologismo informático correcto"- no sea dedicado a ningún tema específico, sino sólo a compartir con todos el significado que ha tenido para mí cada uno de los escalones que componen esta experiencia personal que en todo momento ha intentado volverse colectiva.
Inicialmente creada con el fin de continuar una cierta tarea de autoexorcismo, de expulsión forzada o parto prematuro de las ideas recidivantes -y recalcitrantes- dentro de una mente inquieta, necia y divagante que había comenzado dentro de la columna periodística homónima que fuera publicada durante todo el 2006 dentro del periódico UnoMásUno edición Hidalgo, en México, esta "Tertulia de los Filósofos" se ha convertido gradualmente en lo que desde su título se había venido buscando: en la integración de un principio grupal, en un intercambio activo de ideas, sentimientos, principios, creencias, acuerdos y desacuerdos, músicas y compases, versos y prosas, principios políticos y sensibilidades poéticas, en peticiones y discusiones; en fin, en la materialización de un principio que intenta, con todas las limitantes pertinentes y medios disponibles, rescatar la definición de FILOSOFÍA que desde los tiempos antiguos se ha buscado inmortalizar: aquel principio primordial, invisible y subyacente al todo, que sin sentirlo ni notarlo, abarca y mantiene unidas entre sí materias aparentemente disímiles, como la política, la poesía, la astrofísica, la pintura, la ética, el cuento, la música, las lenguas, las matemáticas, la mecánica cuántica, el esoterismo, la religión, la historia...
El momento alcanzado es notablemente distinto. Lo que en un principio sólo era el publicar -en cuanto al "volver públicas"- las ideas de una sola persona, ahora es un integrar y colocar las creencias y pensamientos de muchas personas distintas en un sólo texto, en un mismo espacio, colocándolas unas junto a otras como las piezas de un rompecabezas, para que finalmente podamos ver un panorama más plural y terminado, con enfoques más generales y menos personales que permiten, a su vez, el surgimiento de nuevas inquietudes, de nuevas ocurrencias que buscarán su camino hasta nuevos debates, hasta nuevas letras y palabras, hasta nuevos consensos que nunca quedarán completos. Porque de eso se trata la filosofía: de nunca estar terminado, de nunca dar nada por finito. Cada nuevo fin es un inicio. Cada nuevo dogma es una inconformidad. Cada respuesta lleva implícita una nueva pregunta. En eso consiste el regalo -evolutivo o divino- de la razón humana.
Ahora en esta página hay espacios para poetas y escritores contemporáneos, tanto mexicanos como de países vecinos, en actividad y plena vigencia, jóvenes y maduros, mujeres y hombres que disfrutan de ver su obra publicada, y que participan muy activamente con ideas y sugerencias para conmigo, formando nuevos lazos y estableciendo nuevas -y espero que sumamente duraderas- amistades. De igual modo, las charlas con los grandes hermanos, con los viejos amigos, con las personas queridas de toda la vida que pertenecen a todas las profesiones y que profesan y personifican todas las diversas creencias e ideologías, son las que permanentemente enriquecen y fortifican estos escritos, estas participaciones, y, sobre todo, el corazón y los pensamientos de un servidor. Nunca podré mostrarme suficientemente agradecido.
Aún queda mucho que decir. Las peticiones sobre temas a ser abordados en futuras semanas caen como lluvia de meteoros por todos los frentes, y muchos otros se han venido quedando en el tintero -que nunca olvidados- en espera del instante adecuado para surgir en próximos escritos. Principios de la política partidista; abordajes más profundos sobre los grandes pensadores de la filosofía política; ahondar en el tema del tiempo como un todo multiabarcante y eterno dentro del cual nos desenvolvemos como pequeñas chispas de luz que se pierden en el mar; la inconformidad que provoca la negativa de los miembros de la Cámara de Diputados a colocar con letras de oro el nombre de José Vasconcelos en las paredes del recinto legislativo; las muy marcadas -y generalmente desconocidas- diferencias entre justicia y legalidad; el estudio de la vida y obra de muy numerosos pintores, escritores, músicos y escultores; la distinción entre ciencia y tecnología; la continuación de las discusiones sobre el derecho Constitucional y la necesidad -real o irreal- de reformar la Carta Magna Mexicana; los dolores de la ciencia ante los actos humanos provocados por la fe irracional y la ignorancia; la reforma energética; los cuentos y breves escritos personales... y otros tantos, tantos más que, me convenzo, serán más que suficientes para que los próximos doce meses, las próximas 48 semanas, se vayan volando.
No me queda por ahora más que nuevamente agradecer a quienes han buscado el tiempo para dar seguimiento a esta página durante los últimos meses, no sin antes continuar invitándolos para hacerme llegar sus ideas y comentarios en el momento y sobre los temas que así lo deseen, ya que de ellos -y de una que otra pérdida transitoria de la cordura- se nutre este espacio.
Hasta la próxima semana.


En esta inmensidad - Alejandro Filio

sábado, 19 de julio de 2008

AHORA LO SÉ

Luego de una profunda sensación de desazón y desesperanza, las formas comienzan a tener sentido finalmente. Hoy encaro la hoja en blanco una vez más, sólo que esta vez sin aquel miedo profundo de llegar a ser. Hoy me escribo. Redacto la entrega para mí que siempre quise redactarme en los tiempos en que estaba mudo. Creo que tenía poco que decir sobre mí para mi persona.
Pero hoy entiendo. No sólo creo entender: entiendo. El camino es uno, sólo uno y el mismo, y para redactar una entrega uno debe primero de entregarse, dejarse llevar, o más bien dejarse ir, soltarse, y aceptar. Todo se enmascara con la obscura personalidad del sacrificio, cuando en realidad ese todo siempre tuvo sentido. La realidad, la razón, siempre ha permanecido en el mismo lugar, tan deseable y tan aparentemente inasible a la vez, hosca e insensible, apetitosa y temerosa, preclara y sumisa a la vez. Y me duele saber que siempre lo supe; que no lo ignoré sino que intenté ignorarlo, que me engañé sin engañarme realmente, porque quien es consciente de que se engaña a sí mismo se miente al pensar que logra el objetivo de mentir.
Y la mentira siempre trae consigo el daño del tiempo perdido tras la culpabilidad. Esa esquiva sensación de dejá vú que nos carcome cada vez que los sonidos externos quedan acallados por la cotidiana soledad y que, rompiendo la paz como la nota inarmónica de un mal ensayado cuarteto de cuerdas, nos rasga la escala previamente considerada perfecta para recordarnos que nuestra vida dista mucho aún de tan parloteada perfección. Y yo seguía mintiendo. Y seguía convenciéndome de que creía en mis mentiras cual si una personalidad disociada intentase convencer a la otra de su inexistencia hablándole al oído. Un sinsentido doloroso. Una mayúscula omisión de la mas mínima cordura necesaria. Una burla para la seriedad de la situación de lo que he sido sin intentar cambiar.

Pero el momento suficiente siempre llega. Y es precisamente esa suficiencia de sí lo que viene hoy a golpearme, a partirme en dos. Porque no hay momentos esquivos. Todos son demasiado ególatras y jactanciosos como para ceder un poco de su tiempo y esperar. Porque no tienen tiempo alguno. Los momentos son tan instantáneos como la fotografía del segundo que acaba de pasar, fugaces, evanescentes, decadentes. No son tiempo. Son el alimento del tiempo. Y el tiempo siempre se encuentra hambriento de momentos, los devora por montones con el sólo hecho de respirar profundamente en su largo vagar dentro de un universo que no es capaz de contenerlo. Así que los momentos siempre tienen prisa. Los momentos no esperan. El momento suficiente no espera. El momento suficiente nos exige la decisión, o simplemente la toma por nosotros sin preguntar. No hay más. No hay opciones, la vida no es tan optativa como la vanidad humana quisiera plantearla. El momento es un soplo en nuestro cuerpo agotado. Nuestra vida es uno de tantos momentos en el tiempo que tan insistentemente quisimos crear para después soltarlo y dejarlo ir, incontenible en su trascendencia. Nosotros somos un momento para pensar en la contingencia. Nosotros somos un momento más dentro del veloz trayecto entre casualidad y causalidad. Somos efímeros y transitorios. Somos momentos. Yo soy un momento, ahora lo sé...

Ahora lo sé.

Sergey Rachmaninov - Suite No. 1 ("Fantaisie-tableaux") for 2 pianos in G minor, Op. 5

lunes, 14 de julio de 2008

HISTORIA, ESTÉTICA Y PROGRESO: HIJOS DE UN TIEMPO LINEAL

En el principio de la cuenta regresiva de la humanidad–y me refiero al momento en que el hombre comenzó a plasmar por escrito su paso por el mundo, al Nacimiento de la Historia— el camino del hombre no seguía un rumbo fijo. O, por lo menos, un camino evidente. Se sabía que algo había sucedido el día previo, y que, con suerte, llegaría el siguiente amanecer. Pero nada más. No existía una visión “de larga distancia” que permitiera comprender el largo avance que precedía a ese momento, ahora conocido como “Pasado”, ni mucho menos para visualizar y planear a largo plazo los hechos y eventos que habrían de venir, lo que ahora conocemos como “Futuro”.
Luego entonces, ¿qué era la Historia en sus inicios? Era el acto de plasmar momentos. Los pueblos de la antigüedad remota no entendían aún el complejo fenómeno de la sucesión del Tiempo, y por tanto eran incapaces de seguir una línea establecida de actos. Historia era este momento, y sólo éste.

Posteriormente, con el desarrollo de civilizaciones más evolucionadas, como los Hindúes y los Chinos, el Tiempo comenzó a tener sentido. Se entendían claramente los fenómenos del antes y el después, y se crearon las primeras cadenas de eventos que intentaban dar sentido a la Historia. Pero teniendo estos pueblos una visión todavía profundamente mágica y mitológica del mundo, dichas “líneas de Tiempo” carecían de forma fija o finalidad. Se veía al Tiempo como una ESPIRAL, ya ascendente hacia los Dioses, ya descendente a los Infiernos, pero siempre sin meta en el mundo real. En otros casos, el Tiempo pasó a ser una línea circular, cerrada, donde no existía principio o final, y donde todo ser humano estaba PREDESTINADO a vivir siempre lo mismo una y otra vez. La Historia, como evolución, no existía. Herencia de este pensamiento lo encontramos en pueblos aún más civilizados, como es el caso de la Grecia Clásica, donde diversas líneas de pensamiento filosófico –los Estoicos, sobre todo— retoman los concepto de Tiempo Anular y Tiempo Espiral para crear su propia idea: un Tiempo en Espiral Ascendente Cerrada (¿?), donde sin importar la bondad o maldad de los actos, no existiría un premio o un castigo. La Historia avanzaría lentamente por unos siglos más, en forma ascendente, para luego caer bruscamente y regresar al punto donde todo comenzó, donde todos volveríamos a vivir lo mismo, a nacer en los mismos lugares y a caer en los mismos errores. Es la teoría griega del ETERNO RETORNO A LO MISMO, que predominó en la cultura mediterránea de su época como una de las primeras manifestaciones del DETERMINISMO, y pasó como herencia al menos instruido pueblo Romano.

Pero hacia los primeros años de la Alta Edad Media (300 a 400 d.C), con la imposición del Cristianismo y su expansión por el mundo occidental, se da uno de los fenómenos fundamentales en el estudio de la Historia. A diferencia de los textos sagrados de sus religiones hermanas, la Biblia Cristiana es el primer libro que contiene un capítulo especialmente dedicado a explicar –y esperar— el fin de los tiempos: el Apocalipsis, cuya carga utópica y gran reserva de esperanza intentan mostrar que la existencia humana tiene una finalidad, una meta última: una TELEOLOGÍA (del griego Telos = fin y Logos = tratado, estudio). Y no sólo eso, sino que también muestra que esa finalidad es la SALVACIÓN, con lo que surge una nueva corriente Teológico-filosófica para su estudio –la SOTERIOLOGÍA (del griego Soterios = salvación)— y además se da otra rama del conocimiento que busca explicar los por qué de esa salvación final del hombre. A ese estudio de los fines últimos se le da el nombre de ESCATOLOGÍA (del griego Scatón = lo último, los restos, lo que queda).

Y en ese momento la línea del Tiempo se estira, se ve traccionada desde sus dos extremos, y se la deja fija por uno de ellos en el punto de la CREACIÓN DEL MUNDO, y por el otro extremo en el punto de la VENIDA DEL MESÍAS. La Historia se vuelve LINEAL, tal y como la conocemos. Con el establecimiento de un final “verdadero” de la cuerda del Tiempo, la necesidad de una espiral o un anillo se ven sobrepasadas. La Historia se vuelve entonces una sucesión real de eventos que, uno tras otro, nos habrán de llevar de manera inexorable hacia el final.

No olvidemos que también es meta de esta Columna el abordar la ESTÉTICA, como aquella rama del conocimiento filosófico encargada del estudio de lo Bello y que, al hacer equipo con la ÉTICA –estudio de lo Bueno— y la METAFÍSICA –estudio de lo Verdadero— se convierte en una de las líneas bajo las que intentamos estudiar los temas llamados por Aristóteles “los TRASCENDENTALES” (Bueno, Bello, Verdadero). La Estética no sólo se enfoca en la belleza del mundo, sino también en la de las creaciones del hombre, en el ARTE en todas sus expresiones.

Puede parecer que divago, pero se verá que no es así. Primera pregunta: ¿Qué papel jugaban el Arte y la Belleza en el enfoque Histórico de la Antigüedad? Respuesta: Identidad. El Arte y las diversas representaciones del mundo sólo plasmaban, como antes se dijo, MOMENTOS. Actos de cacería, hechos rituales o litúrgicos, escenas de la vida cotidiana, y, en los mejores casos, decoración. También el Arte carecía de un fin de mayor trascendencia.

Durante la Edad Media, con el dominio del Cristianismo, Agustín de Hipona y el resto de los representantes de la Patrística legan al mundo, como se mencionó anteriormente, su idea de un TIEMPO LINEAL UNIDIRECCIONAL, antes extraño para el mundo pagano; y ese nuevo enfoque de la Historia tenía ciertas características especiales:

1.-Poseía, como ya se mencionó, un SENTIDO, una dirección de marcha. Ya no era más un desorden de hechos absurdos y vanos.

2.-Ese sentido no era puramente inmanente, sino que se proyecta más allá de sí, y por lo tanto deja de ser objeto de cálculo para convertirse en objeto de ESPERANZA.

3.-Esta perspectiva de la Historia da una razón de ser a todos los actos humanos. Es decir, la Historia se convierte en el lugar ético donde se decide el FUTURO METAHISTÓRICO de la aventura humana.

Así, el Arte durante la Edad Media servía como el equivalente visuoespacial del enfoque moral de la Historia de su tiempo. La mayoría de las pinturas y esculturas del alto medioevo representaban escenas de profundo contenido religioso, así como gestas y encuentros entre ejércitos conquistadores y órdenes caballerescas que buscaban imponer una “ley o principio del bien” absoluto, del reino verdadero de su respectiva divinidad, con el fin de preparar el camino para la llegada de “Los Tiempos que han de Venir”. Es decir, el Fin del mundo. Y esta forma, esta visión de representar las vivencias habituales no se limitaba a pintura o escultura, sino que era la misma en la naciente expansión de la literatura religiosa y en la poesía de los trovadores de batalla, al igual que en el teatro y la música, lo que viene a demostrar que el Arte mismo compartía la misma escatológica manera de abrazar el mundo que las ideas históricas que lo rodeaban.

Hacia el bajo medioevo el arte comienza lentamente a cambiar su rumbo, para adquirir un enfoque más humano. Las escenas religiosas y enseñanzas morales aún eran el tema central de sus exposiciones, pero la creciente obsesión por la perfección del cuerpo humano, como obsequio divino, se desarrolló in crescendo a la par del lento y oculto estudio y conocimiento del mundo y de las ciencias. El pensamiento humano vuelve a tomar para sí el lugar que correspondía en la jerarquía de los valores gracias a los Escolásticos, sobre todo a Tomás de Aquino, quien al retomar las enseñanzas humanísticas y la exaltación de la razón del filósofo, Aristóteles, logra hermanar la escritura con los fines últimos de la filosofía clásica, abriendo camino a la creación de las primeras Universidades europeas y sembrando la semilla que, en pocos años, habría de germinar en el movimiento que cambiaría en adelante el destino del Tiempo y de la Historia en el Mundo: el Renacimiento.
El Renacimiento es un periodo histórico –ahora que ya podemos definirlo como tal— delimitado y definido por TRES EVENTOS FUNDAMENTALES:

1)La invención de la IMPRENTA de GUTTENBERG.

2)La ruptura interna de la Iglesia Católica, con el movimiento separatista dirigido por Martín Lutero –nacimiento del LUTERANISMO, PROTESTANTISMO y otras corrientes similares—.

3)El Reencuentro de la CIENCIA y del CONOCIMIENTO con aquel que ha sido su objeto de estudio máximo desde entonces: EL HOMBRE., con el subsecuente nacimiento del HUMANISMO.

Renacimiento y Humanismo. Palabras que vinieron a decidir lo que sería el camino de la humanidad hasta nuestros tiempos. Sir Isaac Newton, Teofrasto Paracelso, Galileo Galilei, Leonardo da Vinci, Spinoza, Thomas Hobbes, Nicolás Maquiavelo, Erasmo de Rótterdam... todos ellos personajes distintivos del Renacimiento, nos permiten entender cuál era la naturaleza del pensamiento y la ideología renacentista, y descubrir tras bambalinas cuál era el principio vital que brindaba movimiento y sentido a los cambios sufridos por el mundo en este período, y que no era otro sino la RAZÓN.

El fin de los fanatismos religiosos extremos y de las interpretaciones fantásticas del mundo que tanto habían atormentado a los pueblos durante la Edad Media sucedió con la llegada del Renacimiento. Racionalismo, Ciencia, Libre Albedrío, Iluminismo Racionalista y la distinción del Hombre como Quintaesencia o quinto elemento puro y conciente de su naturaleza distinta al resto de la creación, tal como se habían vivido en los períodos de máximo esplendor de Grecia y Roma clásicas, y en los grandes pueblos Árabes –de ahí el nombre “Renacimiento”— vinieron a reestablecer el orden, y a dejar planteados nuevos problemas para la recién “liberada” sociedad.

Con la nueva Luz de la Razón y la Ciencia iluminando al mundo, una gran cantidad de conceptos surgidos de –y a su vez dependientes de—la Iglesia Católica perdieron peso y necesidad. El hombre dejaba de depender de las promesas de una mejor vida futura de Ultratumba para buscar las mejores formas de lograr una mejor vida en el momento gracias a su estudio y su trabajo, que eran realidades palpables. Ya no sería la Divinidad quien nos salvaría, sino la Razón, el Conocimiento, la Conciencia, la Inteligencia y el Trabajo Manual e Intelectual.

Así, el concepto de historia que veníamos manejando, como una secuencia lineal de eventos de tinte escatológico orientados hacia un final de los Tiempos como lo había previsto la Divinidad, y que requería de una profunda FE irracional en la llegada de un Salvador o MESÍAS perdió su utilidad. La ciencia comenzaba a demostrar lo inútil y vacío del enfoque de un camino ya determinado como ese, que dejaba al hombre en la nada y que no le permitía luchar por llegar a un mejor lugar. El hombre renacentista se rebela, busca, se autoafirma y establece, para sí y para los demás, un viejo concepto en un nuevo y más poderoso enfoque: el LIBRE ALBEDRÍO.

El Libre Albedrío pide, exige al hombre que sea él quien decida el punto al que quiere llegar con sus propios medios, con su lucha, con su esfuerzo, con su organización y sus nuevas estructuras de Estado y Sociedad. El Renacimiento da a luz al INDETERMINISMO, y el Indeterminismo viene a ofrecer como premios justamente ganados la INDIVIDUALIDAD, el REALISMO RACIONAL y la ORGANIZACIÓN COMUNAL. Siendo así, la promesa de un Futuro Divino perdía validez. Se necesitaba algo más, algo que el propio hombre pudiese controlar. La Fe en Dios, como la ciencia lo había demostrado, no nos salvaría.

Pero el hombre es un ser de necesidades, y una de sus máximas necesidades es CREER. Creer en algo, sea lo que esto sea, permite al ser humano sentir calma y paz, y vivir bajo una sensación de que todo va a estar bajo control en un mejor futuro, en un mejor momento. Creer brinda al hombre una FINALIDAD, da sentido a su vida mediante el establecimiento de un POR QUÉ. Y para cubrir el puesto que quedó vacío tras el abandono de la Fe religiosa, la humanidad se creó una nueva abrazadera de la cuál podía sostenerse: la idea del PROGRESO.

Porque aunque no nos guste, Progreso significa Fe. Pero una Fe distinta, hija y heredera de las ideologías y fuerzas del poder Racional del Renacimiento. El Progreso es la representación más clara de la Fe sustentada en la Razón, y explicada por ella. El Progreso es la Fe en la Humanidad. Progreso es la promesa de que un mejor futuro habrá seguramente de llegar, pero ya no por decisión o regalo de Dios, sino por el Trabajo y la Lucha del hombre, y por la LIBERTAD, la IGUALDAD y la FRATERNIDAD que sirven de fundamento a la Hermandad de las Sociedades dentro del Estado.

Y así nació la Idea del Progreso. Y durante siglos se vio que era bueno.

Pero el caminar del hombre inagotable, y sus consecuencias, tan incontrolables como impredecibles, resultan en nuevos terrenos ásperos que nunca ha sido fácil sortear

Liszt: Consolation No.3 in D Flat major - Daniel Pollack

domingo, 6 de julio de 2008

DE IZQUIERDA(S), DERECHA(S) Y ALGO MÁS...

Para nadie resulta extraño que en México vivimos tiempos confusos -política e ideológicamente hablando, claro... aunque pienso que también en casi todo lo demás-. Con la llegada al poder de un Partido Político distinto se nos ha hecho evidente una muy marcada división económica y social dentro de la población de nuestro país. Seamos realistas: esa división no es nueva, pero se encontraba bastante disimulada. Ahora es totalmente palpable: prácticamente nos salta a la cara. Pero es sólo porque ahora alguien nos señala con su dedo que la división está ahí. Aunque siempre lo ha estado. Pero así es el ser humano: prefiere no ver -o hacer como que no ve- los problemas porque así no los enfrenta, y si no los enfrenta, pues entonces esos problemas no son suyos, y por lo tanto no es su responsabilidad el resolverlos. Pero cuando alguien nos pone los problemas justo en las manos, haciendo imposible que los ignoremos por más tiempo... entonces sí, a buscar culpables, a decir "yo no fui", a arrojar la granada a las manos de alguien más, y a salir corriendo.
Por eso ya no es suficiente autoproclamarse como seguidor de un Partido Político tal o cual, ni mucho menos lo es el declararse apolítico. Nos enfrentamos a un México múltiple, polifacético, dividido y estigmatizado dentro del cual sentirse un ciudanano libre - y defender los principios que esa denominación lleva implícita - es una responsabilidad que ya no se cumple simplemente con el voto. Las corrientes políticas son muchas, las luchas sociales son innumerables, los intereses entendidos se ocultan bajo gruesas telas de diferentes colores y la manipulación de la información por los mecanismos del poder y de los medios de comunicación hacen que en un mismo día, y a veces incluso a la misma hora, dos noticiarios de cadenas televisivas "opuestas" (sí, así entre comillas) divulguen la misma noticia dando cada uno argumentos a favor o en contra que llegan a a crear un total maniqueísmo, defendiendo uno a la sociedad y otro a los representantes del Gobierno.
En México ahora todo es "Izquierdas" o "Derechas": el "pueblo" -que junto con las "masas" es uno de los conceptos que han sido más difíciles de definir para todos los pensadores y filósofos políticos de la historia- contra el Estado; el trabajador contra la enorme empresa multimillonaria, los sindicatos contra los mecanismos de centralización gubernamental... y la lista sigue. Por todo esto, seríamos demasiado irresponsables -y crédulos- si pensáramos que sólo con defender nuestra línea ideológica, nuestros "colores", y con estudiar y difundir sólo una cara de la moneda -cara que, como veremos, está siempre divida- vamos a encontrar la realidad. Defender la polarización, y mantenerla, es un mecanismo de control -bien estudiado desde los tiempos de Maquiavelo y otros Cortesanos- que utilizan los grupos que dirigen ambas líneas desde los puestos más elevados, siempre con la meta de salir beneficiados. Porque en las altas esferas de la "Izquierda" y la "Derecha" se sabe con gran certeza que el verdadero poder está en la negociación. Pero la negociación sólo debe darse entre las cabezas: si se quita al resto del cuerpo su "libertad de elegir", su "libertad de luchar por una idea", entonces todo se volvería un caos, se acabarían las distracciones, y todos volverían la mirada hacia arriba, hacia esas cabezas, y por primera vez se darían cuenta del engaño del poder en el que los individuos y las naciones han vivido durante décadas. Al "pueblo" hay que mantenerlo distraído, y a los grandes empresarios -que, aceptémoslo, son los que ponen la mayor parte del dinero que mantiene a flote los inmensos sobornos y los Partidos Políticos- hay que mantenerlos felices. Arriba, que todo esté entendido; abajo, que se hagan -o nos hagamos- pedazos los unos a los otros. Eso es bueno. Eso conviene. Eso da más dinero y control.
El ser humano es veleidoso y rebelde por naturaleza, y no hay que subestimar su instinto de supervivencia y su necesidad de poder y libertad. Aunque a veces pareciera que, con el movimiento globalizador y el neoliberalismo estamos siendo testigos de la imposición mundial de una línea absoluta de control, si nos asomamos al microscopio veremos que siempre habrá células, grupos de hombres diseminados aquí y allá, dispuestos a impedir que el peso de las multinacionales caiga sobre nuestras cabezas. Izquierdas y Derechas. "Masas" y "Gobiernos". "Pueblo" contra "Opresión", enfrentándose siempre y girando una sobre la otra de forma incansable, como un eterno Yin/Yang, hasta que se nos acabe el tiempo en este mundo...
¿...será eso cierto?
Yo creo que no. Porque nada, hablando del ser humano como individuo y de las sociedades humanas como grupos cambiantes y en movimiento, es por completo blanco o negro. Casi todo oscila entre muy variadas - y casi siempre indistinguibles - variedades de gris; y dentro de los mismos polos blanco y negro que pudiéramos considerar "puros" encontramos puntos y manchas de distintos tonos que, de primera vista, no parecieran estar ahí. ¿Qué significa todo esto?
Remitámonos de nuevo al México actual:
¿En nuestro país existe cosa tal como una "Derecha Absoluta"? ¿Una "Derecha Unificada" de la que tanto hablan, y contra la que tanto luchan, los movimientos de Izquierda? No. Existen intereses de los grupos ultraconservadores (Yunque y asociados), de los inversionistas norteamericanos, de los empresarios españoles, de las ramas del catolicismo a ultranza (Opus Dei, Legionarios de Cristo, Caballeros de Colón, Jesuitas, etc), de los millonarios nacionales -los menos-, de las grandes televisoras, del Partido en el poder... y por supuesto, cada quien defiende sólo su tajada del pastel. Lo que le toque a los otros les tiene sin cuidado mientras ellos reciban las ganancias propias de su inversión, de su manejo de nuestro país como una empresa ajena que hay que explotar al máximo antes de que llegue a la bancarrota. ¿Unidad? No la hay.
¿Y una "Izquierda Unida"? Mucho menos. Ahí las ganancias y beneficios -que son pocos con el PAN en el poder- se reparten entre un número mucho mayor de individuos. Sindicatos, ligas campesinas, grupos de obreros, estudiantes (pseudo)anarquistas con tintes "socialistoides", catedráticos universitarios, Organizaciones No Gubernamentales, EPR, EZLN, neoseguidores del "Che", APPO, PRDistas -dentro de los cuales hay, además, "Tribus" bien conocidas-, inmortalizadores de los movimientos de '68 y '71, artistas, pintores, escritores, periodistas y un igualmente interminable etcétera. Y su división es igual de evidente, incluso dentro de sus mismas publicaciones -¿alguien ha tenido en sus manos un periódico "Machetearte", bastión de las izquierdas "estudiantiles" anarquistas del Distrito Federal, donde no se dispare fuego amigo contra el PRD?-.
Y aunque al principio todos estos grupos, de un lado, del otro, o de en medio -¿por qué no?- se hayan formado creyendo sincera y honestamente en sus principios ideológicos, buscando el bien de la raza humana en su conjunto, al final y ya al encarar la vida práctica casi todos ellos se mueven hacia donde va el dinero. Y los que no lo hacen, y aún los que se mantienen apegados a sus ideales, son considerados pequeños cúmulos de insurrectos sin peso político real, meros idealistas sin la capacidad económica de crear un conflicto verdadero, y acaban cayendo en el olvido -inicialmente mediático, luego social- tal como sucedió con Marcos y su EZLN.
Quizás al escribir esta columna estoy haciendo justo aquello de lo que me quejaba en las primeras líneas: haciendo evidentes para mí una serie de situaciones en cuanto a la Izquierda y la Derecha mexicanas que siempre han estado ahí, que ya todos conocen y han aceptado como parte de la cotidianidad de nuestra Nación, pero que yo no había querido ver. Y ahora me parecen dignas de ser discutidas y comentadas, aunque ya todos las den por obvias. Puede ser. Pero creo firmemente que el verdadero juego político no se juega así, dejándose caer en el plan de quienes detentan el poder y uniéndose de manera irreflexiva y fanática al equipo de Dios o al equipo del Diablo, sólo para ponerse a pelear y a discutir lo que el entrenador del equipo ya tenía decidido desde mucho tiempo atrás.
Porque si en estos tiempos, y a estas alturas de la vida, hay quien no sabe -o no acepta- que el resultado de un juego de casi cualquier deporte profesional ya ha sido de antemano arreglado entre los dueños de los equipos mucho tiempo antes del juego mismo, y que esa es una verdad que parcialmente conocen los jugadores -que no saben los por qué, pero no los preguntan porque ganan mucho dinero quedándose callados-, y que en verdad los únicos que creen que el juego es real son los miles de aficionados que se emocionan, gritan y gastan millones en entradas y parafernalia de sus equipos, y que se golpean los unos a los otros mientras los jugadores se hacen ricos y los dueños -ambos, juntos, sin enemistades- ven cómodamente el juego desde un palco con todos los lujos y comodidades... pues entonces sí que estamos en un dilema.
En la Política Nacional - y en cualquier política-, y en este estadio llamado México, los dueños de los equipos son los grandes grupos económicos de "poder oculto detrás del poder" que no son ni de "Izquierda" ni de "Derecha" sino de ambas; los jugadores que se hacen ricos quedándose callados son muchos de los dirigentes de los diversos Partidos Políticos - que no todos, aclaro... hay quien todavía tiene fe en sus ideales-, que es donde comienza a notarse la división entre ambos bandos; y los aficionados que gastan millones y se golpean entre sí somos, por mucho, nosotros: ese "pueblo" que está en espera de un Mesías político, de un Robin Hood de saco y corbata que "le quite a los ricos para darle a los pobres", y que regrese el equilibrio social y económico a este país. Ahora que eso de "que regrese" me deja pensando un poco... ¿cómo regresar lo que nunca ha estado ahí? Siempre se nos distraerá con la ilusión de que "tiempos pasados fueron mejores".
Información es la clave. Leer los diarios, hojear las publicaciones patrocinadas por cada uno de los grupos, conocer, conversar, debatir y volverse un miembro activo de la sociedad es la única manera. Empaparse en la diversidad, enfrentar los distintos puntos de vista en lugar de ahogarse en uno solo, y tratar de leer entre líneas para participar en la vida política del país es la nueva forma de jugar en este juego. Se puede vivir bajo el cobijo de un Partido, siempre y cuando se conozca la historia del mismo, se compartan sus planes de trabajo, y se sepa desde el principio hacia dónde nos llevará el viaje. La política de Partidos es fundamental en una democracia, pero pensar en Izquierdas o Derechas absolutas sólo nos lleva al enfrentamiento, a la indecisión y al fracaso -o a la frustración, como le pasó a miles en 2006-. Vivimos en un mundo de intereses implícitos, pero un ciudadano informado y responsable puede ver a través de las dualidades para tomar la mejor decisión.
Encaremos el problema político de México, pero como sociedad. Dejemos ya de esperar un Salvador mediático. Mejor convirtámonos en ciudadanos integrados, participativos e informados; tomemos la granada en nuestras manos y hagamos todo los posible por evitar la explosión, en vez de seguir arrojándola a las manos de alguien más.
What A Wonderful World - Louis Armstrong