sábado, 22 de septiembre de 2007

GEORGE ORWELL Y SU "1984"

¿Existe el Totalitarismo perfecto? ¿un gobierno todopoderoso tan bien planeado que nada ni nadie logre -o quiera- escapar de él?
Esas son las preguntas obligadas que me vinieron a la mente luego de leer por primera vez la novela "1984" del escritor hindú Eric Arthur Blair, quien durante toda su vida literaria se diera a conocer bajo el pseudónimo de George Orwell.
En esta obra, por mucho la más famosa y trabajada de Orwell, escrita hacia 1949, se plantea la hipótesis siguiente: ¿qué pasaría si todas las Naciones del mundo, tras una guerra global de proporciones titánicas, borraran sus fronteras para unirse en tan sólo tres superpotencias con poderíos económico y militar prácticamente idénticos? ¿qué sería de sus habitantes? ¿cómo mantener el control, la lealtad, el equilibrio?
Haciendo más que evidente la huella que la Segunda Guerra Mundial dejase en lo más profundo de su ser, Orwell nos lleva hasta los huesos de un pueblo dirigido -o más bien, dominado- por un Estado absolutista que mantiene su poder gracias al control emocional y psicológico de las masas, exigiendo un orden obsesivo y una reinvención casi neurótica de los eventos históricos para que éstos siempre lleven el sello de triunfo de un mismo héroe, de un redentor impuesto por el Partido Inglés Socialista o INGSOC desde los primeros momentos de su ascenso al poder: un caudillo conocido sólo como EL GRAN HERMANO.
Es éste Gran Hermano -o "Big Brother", por su original en inglés- quien todo lo observa y todo lo controla, quien todo lo da y todo lo quita. Nada escapa al ojo vigilante del Gran Hermano, quien aparece a través de pantallas instaladas en cada una de las viviendas para exigir obediencia y entrega, hora tras hora, minuto a minuto, de todos y cada uno de los días que la vida mira transcurrir; personaje que se mete en las mentes de los individuos para aparecer como salvador y protector, como dador de vida y esperanza, como conquistador y mesías: como Dios -de hecho, al leer las descripciones que Orwell hace del Gran Hermano al aparecer en las telepantallas, no pude dejar de pensar en la imágen de Fidel Castro en sus presentaciones dentro de los medios cubanos-. No nos es difícil notar ahora que es precisamente de esta novela de donde se tomó la idea de crear el famoso programa televisivo "Big Brother": minificción controlada de lo que es la vida real vigilada y documentada segundo a segundo, sin privacía, sin descanso, sin libertad. Ahora traspolémoslo a miles y miles de hogares en todo momento, y cambiemos los fines de entretenimiento por los fines de control. Ese es el sombrío mundo futuro que Orwell nos entrega.
Pero lo verdaderamente fascinante de esta novela no es sólo el mundo decadente, gris y sin caminos alternos en el que se sitúa, sino que su inicio se da al comenzar a narrar la vida de un hombre, de un sólo individuo, que por primera vez en mas de cuarenta años de disciplina casi militarizada y ciega obediencia, se pregunta por primera vez: "¿Esto es real? ¿el Partido lo ha sido todo siempre? ¿es cierto que el Gran Hermano es toda la historia que conocemos? ¿ACASO NO HAY NADA MÁS ALLÁ?". Y es entonces cuando surge un evento fascinante: el choque brutal entre la libertad intrínseca del individuo -que por más que trate de ser dominada, nunca puede vencerse del todo- y el poderoso gobierno absoluto, en el que incluso los pensamientos de subversión pueden ser severamente castigados. Rigidéz y rebeldía. Libertad y control. El deseo de levantar la cabeza de entre toda la masa que camina con el yugo sobre el cuello. Ser uno. Ser el único de entre millones. ¿Cómo cuestionar al invencible INGSOC, cuando nunca se ha conocido nada más? ¿O será que los recuerdos son falsos? ¿Y la historia reemplazable? La novela es absolutamente atrapante, y nos presenta un final completamente inesperado.
¿Que si existe el Gran Hermano? Eso no es lo importante. Lo toral aquí es ¿cómo ser el primero en cuestionar algo que parece tan perfecto? ¿por qué ser el primero en dudar de aquello que miles y miles aceptan, y que agradecen ciegamente? ¿el hombre puede ser sometido? ¿domado y psicológicamente condicionado como cualquier animal doméstico?
Creando todo un lenguaje novedoso, y basándose en las teorías filosóficas del Estado de grandes pensadores como Hegel, Engels, Marx, Lenin o Bakunin, George Orwell nos legó una obra finamente acabada sobre lo que sería un mundo en el que la supevivencia justificara el sacrificio de toda libertad elemental. Entre un futuro anárquico y uno absolutista, Orwell se inclina por el segundo sin dejar de sugerir que, con todo, al seguir casi sobre el hombro la vida cotidiana del camarada Winston, debemos recordar que el verdadero ser humano no debe dejar nunca de cuestionarse acerca de lo que cree que es su realidad.
"Morir odiándolos, ésa era la libertad."
"La Guerra es la Paz. La Libertad es la Esclavitud. La Ignorancia es la Fuerza."
Más que una novela, un clásico altamente recomendable.

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