sábado, 8 de septiembre de 2007

LA MUERTE DEL FILÓSOFO: RICHARD RORTY


La muerte de un filósofo no es un hecho que se dé por mero azar. El mundo y el destino conocen con precisión, y de antemano, el momento mejor para abrir la nueva puerta a la mente que se va. El filósofo no muere porque sea ya el momento de perderse dentro de los abismos de una inconsciencia inevitable, sino porque llegó la hora, el minuto, el segundo de atraer nuestra mirada hacia sus palabras y sus obras; porque se nos viene encima el día en que sus enseñanzas se nos vuelven necesarias; y sólo mediante la fuerte llamada de atención de su partida es que los hombres prestamos verdadera atención a todo lo que, en vida, siempre nos quiso compartir.
El pasado 8 de junio falleció Richard Rorty en Palo Alto, California, debido a complicaciones de un cáncer de páncreas. Pocas pérdidas más trágicas para la filosofía social y del lenguaje contemporánea.
Rorty, quien viera la luz de este mundo por vez primera el 4 de octubre de 1931, realizó estudios en la Universidad de Chicago y en Yale, y pronto mostró inclinación por la corriente pragmática del pensamiento: la idea no vale por sí misma, sino por la acción que es capaz de provocar.
Siguiendo importantes estudios en ética y filosofía de la mente, afirmaba que enfrascarse en debates sobre la complejidad o la importancia del lenguaje filosófico no era lo fundamental: lo verdaderamente importante era reconocer que más allá de la filosofía, en la novela o el cuento y en otras fuentes, también se podían encontrar enseñanzas con orientación moral. Como ejemplos de lo anterior mencionaba siempre a Marcel Proust y, sobre todo, a Walt Whitman.
Para Rorty, la metafísica y otras ramas que sólo se enfrascan en tratar de resolver preguntas elevadas y demasiado trascendentes estaban destinadas al fracaso, porque sus interrogantes y sus intenciones no conducen en realidad a nada práctico, a nada tangible. No ofrecen soluciones, sólo permiten lucir un vocabulario enredado y poco comprensible. La verdadera filosofía debería resolver los problemas del aquí y el ahora, del hombre y del mundo, de la ética y la realidad. El fin de toda investigación filosófica no debe ser el lucimiento del autor, sino el "hacernos más felices, permitiéndonos afrontar con más éxito el entorno físico y la convivencia."
Fue profesor de filosofía en la Universidad de Princeton hasta 1983 y luego profesor de Humanidades en la Universidad de Virginia. En abril de este año se le confirió la Medalla "Thomas Jefferson" por parte de la Sociedad Estadounidense de Filosofía, debido a su "decisiva influencia y distinguida contribución a la filosofía, y más ampliamente, a los estudios humanísticos."Antes de su muerte se desempeñaba como Profesor Emérito de Literatura y Filosofía de la Universidad de Stanford.
Entre sus obras encontramos "La Filosofía y el Espejo de la Naturaleza", "Objetividad, Relatividad y Verdad", y "Contingencia, Ironía y Solidaridad".
Sus últimas entrevistas para América Latina las brindó para la revista de Derecho THEMIS 53 en Perú (José Carlos Loyola: "Democracia y Capitalismo: los peores sistemas a excepción de los otros creados hasta el momento. Una entrevista con Richard Rorty"), y para LETRAS LIBRES en México (Danny Postel: "Últimas palabras con Richard Rorty").
En la entrevista publicada en THEMIS 53 afirmó que la sociedad en los Estados Unidos es una sociedad buena que está siendo gobernada por gente mala, y exhortaba a no confundir a nos Estados Unidos como Nación --que cuenta con una historia larga y, a su parecer, gloriosa-- con las políticas particulares adoptadas por sus gobernantes. Ahí definió a una cuestión moral como "aquella que tomamos tan seriamente que preferiríamos morir antes que estar en el lado equivocado".
Y en la entrevista de Postel--misma que tuvo que quedar incompleta debido a complicaciones en el estado de salud de Rorty-- declaró que después del once de septiembre se vio claro que la derecha política está tratando de sustituir la lucha contra el comunismo con la "guerra al terrorismo global", sólo con el fin de mantener al pueblo asustado y sumiso, conservando el Estado de Seguridad Nacional intacto, y socavando las instituciones políticas de las viejas democracias. Pero tarde o temprano, algunos grupos terroristas repetirán el once de septiembre y en mayor escala, lo que podría traer el fin de la democracia, y dudaba que las instituciones democráticas tuvieran suficiente capacidad de recuperarse ante tal tensión.
Pensador liberal, pragmático permanente y defensor de las sociedades ante la pérdida de fe sobre las instituciones y los gobernantes, hasta sus últimos días defendió la libertad y los derechos de los pueblos, llegando incluso a aceptar invitaciones para brindar conferencias en Universidades de Irán, en las que declaró que la juventud de ese país, con sus nuevos estudios y apertura cultural y literaria, será la que logre enfocar a su Nación al nuevo y pacífico futuro.
Descanse en paz el filósofo de la ética y la palabra. Descanse en paz el humanista liberal. Descanse en paz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos, hace poco que visito este blog y veo que se entremezclan las artes como la pintura y la literatura, ojalá que pudieras alguna vez tratar la obra "Finis Gloriae Mundi" desde ambas perspectivas, gracias.'.