domingo, 30 de septiembre de 2007

CAPITAL CULTURAL Y DESARROLLO

De todos es sabido que el nivel de escolaridad de un individuo es fundamental para suponer su futuro éxito social, personal, profesional y financiero, y durante muchos años se consideró la medida más exacta del desarrollo de sus capacidades de lenguaje y responsabilidad.
Pero en la actualidad, los expertos han descubierto que el potencial de una persona no está sólo determinado por ella misma, sino que se ve todavía más influido por una serie bien identificada de circunstancias sociales y familiares, que en su conjunto constituyen una variable que recibe el nombre de CAPITAL CULTURAL, y que desde edades muy tempranas predispone ya las facilidades y las vías a través de las cuales cada uno de nosotros se desenvuelve satisfactoriamente dentro de la comunidad.
Muy en concreto, los elementos que constituyen este Capital Cultural son tres: la escolaridad de los padres, el número de libros en casa, y por increíble que parezca, la frecuencia con la que los estudiantes asisten al cine (esta última considerada como una medida del conocimiento del arte y la manera de pensar de otras naciones, aunque en este escrito no profundizaré más en ella). Tras décadas de estudios, ahora se sabe que el adecuado desarrollo de las llamadas COMPETENCIAS COMUNICATIVAS (es decir: hablar, escuchar, leer y escribir) depende enormemente de esos tres elementos, y la medida en que cada uno de ellos influye o deja de influir en un niño o un adolescente es la causa principal de sus diferencias de éxito y adaptación.
En lo que toca a la escolaridad de los padres, ya desde tiempo atrás es un hecho conocido que, mientras mayor sea el nivel educativo paterno, mayor será también la tendencia de los hijos de alcanzar un nivel académico igual o mayor. Múltiples estudios en México y en países del primer mundo han demostrado que los hijos de individuos que han obtenido niveles de licenciatura, especialidad o maestría tenderán a relacionar estos grados como éxitos personales, por lo que ellos mismos tienden a obtener también más títulos de posgrado que los hijos de individuos con escolaridad secundaria o preparatoria. Por el contrario, los hijos de personas que no terminaron la primaria o la secundaria tienden también a abandonar sus estudios tempranamente. Claro, no debemos dejar que esto sea un sesgo para nosotros, ya que en todo esto se involucran también factores económicos y sociales que escaparon a las encuestas, pero aún al considerar estos últimos, la diferencia continúa siendo estadísticamente significativa.
En cuanto al número de libros en casa, se ha demostrado que el estímulo temprano hacia la lectura dentro del seno familiar también es mayor a medida que es más alto el nivel de escolaridad de sus miembros. Entre las personas sin escolaridad, o que no terminaron la educación primaria, el impulso a la lectura a sus hijos en sus hogares no alcanza el 6.1%, mientras que los padres con títulos universitarios estimulan la lectura en sus familias hasta en un 55.4%. Aquí surge un dato muy interesante: en encuestas realizadas a población abierta en tres grandes ciudades de nuestro país (DF, Monterrey y Guadalajara) hasta el 81% de los encuestados reportó tener libros en casa; pero de todos estos, 5% tienen de uno a cinco libros, 36% de cinco a diez, 37% entre diez y cuarenta y nueve libros, y sólo el 3% tienen más de 50. Datos importantes: existe un 19% de entre miles de encuestados que aceptó no tener un sólo libro en casa. Además, durante las preguntas iniciales, los encuestados consideraron como "libros" tanto las novelas y libros de consulta como los diccionarios escolares infantiles, cómics, revistas de espectáculos y demás "literatura barata". Al hacer la diferencia, y eliminar de las respuestas todos estos últimos elementos, los porcentajes caen de manera alarmante. Y un tercer dato importante: del 73% de encuestados que reportó tener de 5 a 49 libros, sólo el 5% aceptó haber leído por lo menos la tercera parte de los mismos.
Finalmente, dentro de los encuestados que afirmaron tener entre 10 y 49 libros en casa, y de los que prácticamente todos ejercían algún tipo de profesión, del 80 al 100% de sus libros se relacionaban con un sólo tipo de materia: la de su ejercicio habitual. No existió variedad suficiente en cuanto a los contenidos, y las lecturas sobre arte, poesía, novela u otras áreas resultó ser sumamente escasa.
¿Por qué son importantes estos datos? Bueno, consideremos que en países como Noruega o Alemania, que ocupan los primeros lugares de lectura a nivel mundial, el promedio de libros leídos completos en un año por cada habitante va de los 24 a los 35... muchos, muchos más de los que la gran mayoría de los mexicanos llegan a juntar en sus hogares durante toda su vida. ¿Cómo puede existir una competencia económica, educativa, laboral e industrial justa a nivel mundial, dentro de la cada vez más incontrolable tendencia globalizadora, cuando las realidades que afectan a cada una de las naciones son tan divergentes? Es, en realidad y por el momento, prácticamente imposible.
Agreguemos a todo esto la falta de bibliotecas públicas o el mal estado de las existentes, sus libros anacrónicos con mínima utilidad, la poca llegada de libros de gobierno a las escuelas rurales o de zonas marginadas y, por supuesto, las graves carencias económicas y de alimentación que millones de niños en un país como el nuestro sufren día a día, afectando todavía más su capacidad de memorizar y aprender.
Con todo lo anterior, ampliar y actualizar el Capital Cultural dentro de los hogares de nuestro país se nos presenta como una meta a alcanzar por parte tanto de los Gobiernos (nacional y estatales) como por cada uno de los miembros de las familias que los integramos. Aumentar el acervo cultural, la variedad en los tipos y temas de lectura, el acceso infantil a la lectura y la educación, los niveles de escolaridad regionales y la interacción entre padres e hijos se presentan como una parte de las soluciones posibles. Promover la creación de bibliotecas públicas y centros de lectura, estimular los programas de integración de bibliotecas en escuelas rurales, lograr que los planes de educación para adultos se expandan hasta las zonas más lejanas y, por supuesto, mejorar las condiciones de trabajo, de alimentación y de vida de los grupos con mayores carencias ejemplifican las necesidades urgentes que un país como México debe atender y resolver con prontitud, si es que que se desea que el desarrollo y la competitividad nacionales alcancen niveles suficientemente altos como para enfrentarse con el mundo en expansión en el que actualmente nos desenvolvemos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Es dificil mediarse en base a una encuesta, de hecho, yo diria que todas las soluciones para incitar a la lectura, que hasta ahora se han implementado al menos en el pais, carecen de efectividad. Lo mas preocupante es que nuestra sociedad parece no interesarse en lo mas minimo y eso es sumamente triste...

Me llamó la atención eso del cine, no cabe duda que este blog es buenisimo.

Un saludo H.'.!

Acmed.